18 feb 2014

La muerte del periodismo

Por Ricardo Horvath


“Soy objetivo pero no imparcial” Jorge Ricardo Masetti


La tenía clara el gran periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, creador de la agencia Prensa Latina por indicación del Che Guevara. Dicha agencia reunió a lo mejor del periodismo latinoamericano. Bastará señalarque en su redacción cohabitaron el argentino Rodolfo Walsh, el colombiano Gabriel García Márquez,  y el uruguayo Carlos María Gutiérrez, entre otros grandes. Practicaban “el mejor oficio del mundo”, al decir de García Márquez. Eran otros tiempos...
Cada vez que me manifiesto públicamente, diciendo que el periodismo ha muerto, muchos de mis colegas jóvenes me miran con sorna como diciendo: “el viejo se volvió loco”. Sin embargo esbocé esta hipótesis en mi libro Revolución y periodismo (2003) al señalar que “el lector debe saber que existe un periodismo posmoderno y marketinero, bizarro, de mal gusto,y otro que hoy actúa mafiosamente en operaciones de prensa”. Esa hipótesis queda hoy corroborada en una tesis fácilmente comprobable leyendo la prensa diaria, escuchando radio o viendo televisión. Todos repiten como loros lo que Clarín publica en su portada, sin importar un rábano la vieja exigencia periodística de corroborar la información. Ha muerto la noticia, son todos opineitors. Joaquín Morales Solá publica un editorial en la portada de La Nación en la cual se asegura, sin citar fuente alguna, que el gobiernointentaría (nótese el condicional) clausurar al diario Clarín y con ello liquidar el programa de Canal 13 “Periodismo para todos”, lo cual no hizo más que alimentar al máximo el ego –que ya supera su gordura- del conductor del ciclo.
En otros tiempos era inconcebible publicar en primera plana una nota editorial y además se citaba a “fuentes bien informadas”. Esa terminología quedó de lado cuando el poeta uruguayo Mario Benedetti, irónicamente, señaló que “el señor Fuentes era el mejor informado del mundo”, ya que siempre tenía lo que podríamos denominar “la posta”.
En definitiva: un chimento no es noticia. En tiempos del buen periodismo noticia era “un hecho verdadero, inédito y de interés colectivo” y “todo lo que el lector necesita saber”. En otros tiempos,la noticia consistía en cumplir la ley periodística que establecía responder a las seis preguntas clásicas en periodismo: Qué, es decir el suceso objeto de la información;Quién, el sujeto protagonista del hecho; Dónde, el lugar del acontecimiento; Cuándo, el momento en que se produce la noticia; Cómo, la forma en que ocurrió; Porqué, el origen del suceso, la causa que lo provocó. Recién entonces podría aparecer el Para qué, es decir la opinión subjetiva del redactor. Esto no existe más. Como tampoco se respetan los propios manuales elaborados en los diarios. Bastará leer el pomposo “Primer manual de estilo argentino así se escribe en Clarín” para corroborarlo.
En los diarios se han olvidado (para mejor decir ha muerto) la correcta selección de la noticia que consiste en lo siguiente: Proximidad, la posibilidad de que el público se identifique con la noticia, que siempre debe ser local; Prominencia, el carácter representativo de personas, lugares y cosas, que determina la transformación de sucesos cotidianos en noticias de primera plana; Interés humano, hecho o acontecimiento que refleje un acto heroico, de arrojo o de índole social relevante; Consecuencia, reside en la trascendencia del hecho, los efectos posteriores que puede ocasionar; Originalidad, está presente en lo excepcional de un suceso, su carácter insólito, fuera de lo común. En suma: la valoración de una noticia determina o no su inclusión en las páginas de un diario, en el noticiero radial o televisivo. ¿Existe eso en el periodismo pedorro que se aplica hoy en los grandes medios hegemónicos de nuestro país? Considero que no y por eso hablo de la muerte del periodismo clásico. Y no se trata de una muerte natural: ha sido asesinado. Los responsables del crimen son los dueños de la “libertad de empresa”, con la complicidad de los periodistas que –como modernos Faustos- vendieron su alma al diablo.
El filósofo argentino, doctor en medicina, doctor en psicología y psiquiatra, Vicente Rubino, en su último libro  El mito de Fausto y lo demoníaco en la actualidad, nos explica que “El mito de Fausto es el mito de la conciencia que emerge de la Soberbia, la Codicia, la Lujuria y la desesperación de un hombre que se entrega a la Oscuridad Eterna”, y al referirse a la actualidad destaca que esos personajes tienen “falsas necesidades y deseos innecesarios. ¡Triunfar! ¡Tener éxito! ¡Ganar dinero! Competir, ser agresivo, ser “muy macho”, mandar, tener más poder, ganar premios, hacer concursos, compararse con otros, poseer, coleccionar, acumular, usar máscara social, reprimir la sensualidad y la sensibilidad, no expresar sentimientos: todo esto nos lleva a vislumbrar las manifestaciones de la Sombra, de Carl Jung”.
Nuestro archivo guarda, en diversas cajas, cientos de recortes periodísticos que prueban nuestro aserto. Darlos a conocer ocuparían el espacio de un libro y no la exigencia de una nota de cinco mil caracteres. Por eso hemos elegido el ejemplo más reciente: ¿es casualidad que los dos diarios emblemáticos del sistema de prensa, hayan coincidido en su título de primera plana  del sábado 18 de mayo último en referencia a la muerte de Videla? Para ellos falleció “un símbolo”.
Por suerte aún en nuestro país existe, sobrevive, un periodismo alternativo que intenta recuperar los viejos valores de ese periodismo que era “el mejor oficio del mundo”. El título de portada del diario Tiempo Argentino expresaba ese sábado 18 el auténtico y verdadero título: Murió en la cárcel el genocida Videla.

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