Espectaculo
de despedida, sala Osvaldo Pugliese del CCC 26/10/05
Este
texto pertenece a una presentación especial realizada en el año 2005, que
reproducimos en parte dado el interés del mismo, en nuestra opinión, por la
variedad de visiones en torno a los argentinos y el tango.
Buenas noches y bienvenidos todas y todos
a esta sala del café Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación Floreal
Gorini, precisamente en el día de los
cafés de Buenos Aires, fecha en la que se brinda un reconocimiento a esta
institución que en nuestra ciudad ha tenido un importante rol de encuentro,
amistad, refugio y socialización de los
porteños, amén de lugar de esparcimiento, en especial durante la década del
‘40, en que por el simple precio de un café se podía disfrutar escuchando a las
grandes orquestas de tango. Y como escribió el gran Enrique Santos Discépolo
era “una escuela de todas las cosas”.
Este
café-varieté recuerda a don Osvaldo Pugliese de quien este año se conmemora el
centenario de su natalicio. Hombre comprometido con las luchas del pueblo
argentino, cooperativista y de firmes convicciones militantes por el
socialismo. Se compatibiliza, entonces, con el seminario Rosa Luxemburgo que
acaba de finalizar con la denominación “Pensamiento y acción por el socialismo.
América latina en el siglo XXI”. Sabemos que ha sido un evento importante y
exitoso, por eso los organizadores han considerado necesario realizar este
encuentro de despedida con una pequeña demostración tanguera, música, poesía y
danza, además de originaria de nuestra ciudad, tan arraigada en las entrañas de
nuestro pueblo que ni la penetración cultural del imperialismo ha logrado
desterrarla y ya lleva más de un siglo de vigencia y en estos momentos viviendo
una etapa de resurgimiento y renovación que se expresa dentro y fuera de
nuestras fronteras.
Bien,
bien ¿cómo la están pasando? ¿cómo los han tratado estos argentinos siempre tan
cuestionados por muchas de sus actitudes? ¿Cómo nos vieron? ¿Bien, mal,
regular?
¿Seguro?
¿No es por compromiso? Porque miren que los argentinos tenemos mala fama... se
dice que somos vanidosos, orgullosos, agrandados, sobredimensionados,
soberbios. Tan es así que circula una versión que asegura que para suicidarse
un argentino se trepa a su propio ego y desde allí se arroja al vacío. Y eso no
es nada con respecto a los chistes que circulan por allí. Recuerdo que en un
encuentro de periodistas de América latina en la Habana un panameño contó
uno realmente durísimo ¿Se los cuento?
¿Saben
porqué cuando muere un argentino lo entierran con el cajón perforado? Es para
que los gusanos salgan a vomitar. Duro ¿no?
Yo
entonces me reí y todos se asombraron. Expliqué que no sólo yo era autocrítico
pues nosotros contamos con el tango que nos refleja. Por ejemplo Somos como somos, de la gran Eladia
Blázquez, fallecida recientemente. Ella explicó a los argentinos al decir que
somos...
Sensibleros,
bonachones,
compradores
de buzones
por
creer en el amor...
Como
somos...
Con
tendencia al melodrama
y a
enredarnos en la trama
por
vivir en la ficción.
Chantas
y en el fondo solidarios,
más
al fondo muy otarios
y
muy piolas más acá.
En
la jerga popular, denominada lunfardo, es decir
germanía, caló, giria, o slang, chanta es el fanfarrón que se jacta de
lo que no es; otario es el tonto que se deja embaucar y piola es el vivo que se
aprovecha de los demás.
Pasado
el tiempo, pensé que en ese momento debí
dar el ejemplo de algunos nombres que, efectivamente, habría que
perforarle el famoso cajón de madera. En
la lista no podían faltar Carlos Rafael Videla con toda su banda incluido José
Alfredo Martínez de Hoz, Neustadt, Grondona, Marcelo Bonelli, Santo Biasatti,
Daniel Santoro, Ricardo Kirschbaum, Nelson Castro... y me freno porque sería un
listado interminable.
Pero
basta de palabras. Vamos a lo nuestro. En
este caso la danza tan original del tango. Para eso vamos a convocar a
dos maestros especializados en la enseñanza del baile de tango y además
participantes en diversos espectáculos y en tradicionales milongas porteñas.
Son ellos Emmanuel Ansaldo y Betty Wolff quienes bailarán el tango Como dos extraños de Laurenz y
Contursi, el vals Romance de barrio de
Troilo y Manzi y Ojos negros, tango
clásico de Vicente Greco.
Así
nació nuestro tango, como danza popular de los arrabales, generalmente
practicada en las esquinas entre hombres ya que las niñas lo tenían prohibido
en tanto y en cuanto era baile de burdel. En los lupanares y cafés de mala
muerte se le agregaba a esa musiquita alegre versos picarescos como ese que decía:
Quisiera
ser canfinflero
para
tener una mina
llenarla
bien de bencina
y
hacerle un hijo chofer.
Canfinflero,
cafishio, cafiolo, era el proxeneta dueño de una o varias pupilas, mujeres a
las cuales se denominaba minas, por la ganancia que dejaban. Desde 1880 y hasta
finales del siglo XIX y comienzos del XX, el tango era alegre, picaresco, de
doble intención, cosa que se revela en los títulos: Con que trompieza que no dentra, Metele fierro a fondo, Echale bufach
al catre, La budinera, Quiero papita, Sacudime la persiana, Hacele el rulo a la
vieja, Dos veces sin sacarla, Bartolo tenía una flauta, El queco denominación
que se le daba al prostíbulo y otros por el estilo.
Las
cosas cambian cuando la oligarquía se apropia del tango. Eso ocurre en 1910 en
los fastos del centenario de la revolución de mayo cuando durante los festejos
se interpreta el tango Independencia
de Alfredo Bevilacqua, un músico profesional. Villoldo y Saborido hacen La morocha, tango de estilo cupletero
ya con letra de tendencia criollista que la marina argentina distribuye por el
mundo. Los oligarcas, que habían despreciado al tango tildado de “reptil de
lupanar”, descubren que es éxito en París donde lo habían impuesto Angel
Villoldo y los Gobbi, Flora y Alfredo. Así llega al cabaret de lujo y de los
conventillos salta a las casas de clase media. Comienza a bailarse más
adecentado con la denominación de baile de las hermanas. Ahora sí los muchachos
lo practican en sus casas con sus hermanas. Pero el tango había incorporado el
bandoneón alemán, perdiendo su alegría, y pasaba a ser tristón y nostalgioso.
Las letras comenzaron a lamentarse del abandono que la mujer hacía del hombre,
a punto tal que se denominó al tango como “el lamento del cornudo”. Era el
hombre que está solo y espera, abandonado en su bulín. Influencia de los
inmigrantes, solitarios, sin amor, que ahora comprendían que nunca podrían
regresar a sus tierras, al seno materno. No era verdad que aquí el oro se
encontraba en la calle y sin trabajar como les habían mentido los dueños de la Argentina. Hacinados
en los conventillos, superexplotados por capitalistas voraces con jornadas de 14 a 16 horas y sin descanso
dominical, inician una dura batalla sindical y política encabezada por
marxistas y anarquistas.
Entonces
el tango comienza a hablar de los desposeídos. Carlos Gardel canta su tango Noche fría, también Vida amarga de Mazzeo y Cárdenas, Pordioseros
de Guillermo Barbieri, Pajarito
del poeta anarquista Dante Linyera, Mentiras
criollas de Oscar Arona y otros hasta llegar a los años ‘30 con obras
cuestionadoras como Pan de Celedonio
Flores, Al mundo le falta un tornillo
de Enrique Cadícamo, Acquaforte de
Marambio Catán y Al pie de la Santa Cruz de
Battistella. El tango marca su rebeldía ante las injusticias del sistema.
Y
aquí nos detenemos para dar paso a la música representada por la orquesta
típica, denominación que en sus orígenes recibieron los conjuntos de tango,
primitivamente con flauta, guitarra, violín, bandoneón y eventualmente piano
hasta que se agregaron más instrumentos dándole una sonoridad compacta. Así,
desde Julio De Caro, un músico notable, ya formado en academia, las orquesta
fueron tomando características peculiares, destacándose distintos estilos que
determinaron escuelas variadas. Así tenemos varias líneas como las de Aníbal
Troilo, Osvaldo Fresedo, Juan D’Arienzo, Carlos Di Sarli y Osvaldo Pugliese el
más seguido en la actualidad por las nuevas generaciones del tango. Tenemos
entre esas agrupaciones a La
Brava que esta noche actuará para nosotros. Ellos nos ofrecerán
un repertorio clásico con tangos instrumentales que invitamos a bailar a
aquellos que se animen junto a Emmanuel Ansaldo y Betty Wolff y otros cantados.
Inician esta ronda Chiqué de
Brignolo que en los años ‘40 se tituló “El elegante” por obra de la censura que
prohibía el lunfardo y términos que no fueran castizos, El andariego de Alfredo Gobbi y El Marne de Eduardo Arolas. Claudio Di Palma nos cantará Te llaman malevo de Troilo y Expósito
una obra que le canta a la decadencia del guapo y Yuyo verde romántica obra de Federico y Expósito, continuando la
orquesta con el tango de Armando Pontier A
los amigos y un tango nuevo del bandoneonista Pablo Ciliberto titulado Corte y confesión y de Julio De Caro Tierra querida. Nuevamente Di Palma
cantará Tu pálida voz de Charlo y
Manzi y en el cierre los instrumentales Come
il faut de Arolas, Taconeando de
Pedro Maffia, concluyendo el recital con una de las grandes obras del dueto
Gardel-Le Pera: Sus ojos se cerraron.
Así concluyo esta charla ilustrada musicalmente.
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